En su visita por la FADU la artista visual y fotógrafa Gabriela Herbstein, invitada por la cátedra Saltzman, recorrió su productiva y cautivante carrera como fotógrafa en un aula 301 muy concurrida por estudiantes de la carrera de Diseño de Indumentaria y de otras carreras de la FADU.

 

Andrea agradeció la presencia de la artista, reconociendo su trabajo y como el construir un mundo en el que uno le gustaría sumergirse y  ver qué descubrimos de nosotros mismos en ese espacio.

La artista visual hizo un recorrido por sus trabajos, donde en su comienzo se imaginaba ser arqueóloga y vivir en Egipto excavando tumbas. Estudio turismo y por una compañera empezó hacer un curso de fotografía, donde fue inspirada por su mentor José Luis Raota, un fotoperiodista que construía las imágenes, en contra del instante perfecto.

Su gusto por fotografiar gente, la llevó a ingresar en el campo de la fotografía de moda. Interesada en la moda desde el punto de vista antropológico, la forma que tenemos nosotros de poder diferenciarnos como grupos e individuos, como forma de expresión artística. Ahí se le dio por construir mundos en estudios, lo que le permitió que lo que imaginaba pudiera concretarlo.

Al momento de producir una imagen es de gran importancia el trabajo en equipo, “tenes gente que te ayuda a que esto pueda concretarse”, armar los efectos especiales, los climas, los detalles. Por ejemplo comentó que hasta armó piletas, fondos con fotos, utilización de humo, construir maquetas, búsqueda de elementos. “Me gusta pensar de que nada es imposible, hay que permitirse jugar, el detalle es todo para poder generar veracidad”. Se pregunta ¿cómo haces para que algo que no es real lo parezca? A la fotógrafa le gusta experimentar, no quedarse con eso que le sienta bien, le gusta cambiar para no aburrirse a ella misma.

Con un trabajo de preproducción enorme y armándose de un guión, Gaby piensa una historia, los personajes, la transmite y ahí es cuando el equipo entiende la historia, el diseñador, peinador, vestuarista, maquilladora, las modelos pueden aportar. “Siempre es esto de trabajar en equipo, uno solo puede hacer poco en comparación cuando te unís a otros, tu trabajo se potencia, unir voluntades que tengan tu misma pasión”.

Utiliza la frase “más talento, menos ego”, dando prioridad a la unidad, que todos son parte del trabajo y que cada uno es una pieza del rompecabezas aportando lo suyo, “no me gusta trabajar con el diseñador estrella, la maquilladora estrella… me gusta que todos tiremos para el mismo lado”.

Empezó a entender que las imágenes que construía impactaban en el otro, la cámara como una herramienta para poder comunicar y sembrar semillas de conciencias. “Puedo utilizar la fotografía para transmitir un mensaje para la comunidad”, ahí fue que trabajo en campañas con Vida Silvestre y Fundación Azara para concientizar sobre problemáticas del medio ambiente y Fundación Huésped sobre VIH/SIDA. Se propuso a que esa imagen que tiene una estética sea utilitaria.

Luego se embarcó en “Estados de Conciencia” preguntándose ¿Cómo podes construir una imagen de un sentimiento?, haciendo un trabajo más hacia adentro. Haciendo que con una imagen se conozca sobre ella. “La imagen transmite mucho más de lo que uno ve, transciende lo que uno quiere transmitir, la imagen supera a lo que uno imagino”.

Años más tarde cambió su paradigma, un proyecto llamado “La Diablada” que es perfecto tal cual es, y no hay nada que construir, “disfrutar de la perfección de lo imperfecto”. Se trató de una serie de imágenes del carnaval de Jujuy.

Ahora corriéndose del diseño, está embarcada en “Creer para ver” que reúne a líderes espirituales de diferentes partes del mundo y que tiene como puntapié inicial una acción colaborativa en redes sociales para multiplicar los mensajes positivos.