En el marco de la celebración de los 30 años de creación de las carreras de Diseño de Indumentaria y textil de la UBA y la semana de Fashion Revolution realizada en diversos espacios, en el Patio Central de la FADU se realizó una intervención artística performática y dos charlas temáticas.

 

Fashion Revolution nace con el fin de reflexionar acerca de la industria textil y de la moda, cuestiona lo que como consumidores no vemos: dónde y cómo es creado el textil, quién y en qué condiciones lo realizan. Back in Fashion realizó una performance recreando un taller ilegal. Actores y actrices, vestidos de negro simularon ser trabajadores en situación de vulnerabilidad, atados día y hora a sus máquinas de coser y su ensordecedor ruido, invitando a la reflexión de ¿Quién hizo mi ropa? El objetivo es reflexionar acerca de las condiciones laborales a las que, en Argentina y en el mundo, siguen expuestos y atrapados miles de trabajadores de la industria textil y de la moda.

En el panel de diseñadores morado por Cecilia Macchi estuvieron presente Eugenia Zoia (Jardín Estampas), Jésica Pullo (Biótico) y Alejandra Gougy (Amsoar)
Daniel Zakuski, Diseñador de Indumentaria UBA, responsable de da+ (diseño más acción), secretario de la Asociación Argentina de Diseño; agradeció a la dirección de la carrera por poner el tema de los talleres clandestinos nuevamente sobre la mesa Formación, Realidad e Impacto Social. Lo clandestino y las formas de trabajo, “es parte de la realidad que se vive en el rubro, nos vestimos con prendas que vienen de situaciones vulnerables”. Hoy se lo considera trabajo esclavo. Remarcó el trabajo de la cooperativa textil en contraposición a este tipo de trabajo.
Ayelen Arcos, Lic. en Antropología Social, aborda temáticas vinculadas a la organización del trabajo dentro de la producción de indumentaria, recordó el incendio de un taller clandestino en Caballito el 30 de marzo de 2006, donde vivían y trabajaban unas 60 personas, la mayoría de nacionalidad boliviana. Taller que tercerizaba para grandes marcas como 47 Street, Como Quieres Que Te quiera y Awada. “Trabajaban 16 hs., las habitaciones donde convivían las familias estaban separadas por cartones y telas, una instalación eléctrica precaria, no tenían agua caliente”. Arcos agrega que los talleres clandestinos muchas veces funcionan en domicilios privados por lo cual las tareas de inspección son difíciles de realizar. Según las cámaras nacionales de indumentaria el 73% de la ropa que se produce en el país se producía en condiciones similares a este taller. “Los salarios que se pagan en los talleres son el mínimo que se paga en cada país”.
Esta forma de producción se asoció al Toyotismo, acrecentando el ritmo de producción, y un acrecentamiento de los ritmos con los que se suceden las modas. “Está normalizado el consumo creciente de ropa y ese consumo se sostiene con el trabajo precarizado de trabajadores. Estamos en un dilema, esa forma de producción está sostenida por dos cuestiones: incluso precaria es una fuente de empleo, e incluso precaria es una fuente de producción de mercancías de primera necesidad”. Las mercancías de primera necesidad, la casa, la comida y lo que nos ponemos, se producen en condiciones de informalidad, precariedad y explotación de personas migrantes.

Delia Colque Quillca, integrante del Colectivo Simbiosis Cultural, creado después del incendio del taller. “Trabajaban personas entre 15 y 30 años, con cama, con sueldos míseros, una situación horrible que nos hizo reaccionar, lo habíamos naturalizado, porque me resolvía la situación de la cama, la comida, no gastar en viáticos”. Se empezaron a cuestionar la forma de trabajo y sentir la necesidad de ellos mismos modificar esto. Delia trabajó como costurera fabril en Tesicot fabricando para marcas líderes de ropa deportiva, como Nike y Adidas, que buscaban producción constante, implementando el método lean system que reduce todas las actividades que no añadan valor dentro en el proceso de producción, es decir tiempos vitales como ir al baño y tomar agua. “El rubro textil es un rubro esclavizante y el sistema te obliga a aceptar estas condiciones de trabajo. La precarización no solo está en los talleres, en la Salada, Once, sino también está en los shoppings”.
Juan Vásquez, miembro de Simbiosis Cultural y presidente de la Cooperativa Juana Villca; recordó que cuando hablaban de trabajo esclavo no se sentía así, cuando habían migrado habían perdido lazos sociales, asumiendo las condiciones del taller como satisfactorias ya que tenían techo y trabajo. Hay un proceso de naturalización. “El trabajo en los talleres es así, los 0.70 centavos por pantalón son así”. Juan remarca que el gran responsable es el Estado quien debería preguntarle a cada una de las marcas dónde están produciendo. La creación de la cooperativa textil fue un espacio donde cada uno pueda generar un espacio de participación y acompañamiento, “no solo cuestionarse la forma de trabajo dentro del galpón sino también hacia afuera, no solo cadena de producción sino en el consumo”.